martes, 22 de enero de 2008

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA /A


Lecturas y Moniciones

 

 

I SAMUEL 16,1b 6 7.10 13a

 

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena tu cuerno de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey». Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido». Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón». Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor». Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas». Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue». Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste». Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

 

 

EFESIOS 5,8 14

 

Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

 

 

Juan 9,1 41

 

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?» Jesús contestó: «Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?» Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». Le preguntaron: «¿Dónde está él?» Contestó: «No sé». Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo». Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: «Que es un profeta». Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres contestaron: «Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse». Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él». Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo». Le preguntan de nuevo: ¿«Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?» Les contestó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?» Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene». Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder». Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él. Jesús añadió: «Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos». Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?» Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste».

 

 

LA MISA DE HOY

 

 

SALUDO

Que Dios abra nuestros ojos para poder descubrir su mensaje y nuestro corazón para aceptarlo en esta celebración en que le daremos gracias por estar presente misteriosamente entre nosotros.

 

 

ENTRADA

Somos la comunidad de quienes hemos encontrado a Jesús en nuestra vida. Cada uno lo ha encontrado de una manera distinta, personal. A veces ese encuentro ha sido tan natural, tan humano, que casi ha pasado inadvertido, pero ha dejado huella, nos ha hecho sentir de cerca que Dios es perdón, que Dios nos ayuda a vivir más intensamente, que abre nuestros ojos a realidades y dimensiones que, sin Él, nos pasarían inadvertidas.

Celebremos, pues, que Él realiza en nosotros el milagro de abrir nuestros ojos a la vida, de devolvernos la luz que tantas veces parece desaparecer y de mostrarnos su amistad y cercanía.

 

 

ACTO PENITENCIAL

A Ti, Dios bueno, que aceptas a todos con su pesada carga de problemas, defectos y pecados, nos dirigimos al comenzar nuestra celebración:

 

    * Tú que conoces el mundo y sabes que estamos hechos de barro con todas las cosas que escondemos en nuestro interior. Señor, ten piedad

    * Tú que has compartido nuestra existencia y te has encontrado con nosotros en la calle, en casa y en el trabajo y sabes muy bien cómo somos. Cristo, ten piedad

    * Tú que siempre nos acoges, nos comprendes, nos das esperanza y nos animas a seguir nuestro camino habiendo aligerado nuestra carga. Señor, ten piedad.

 

Dios nos acepta, nos muestra su amistad, nos perdona y nos invita a compartir la vida eterna

 

 

LECTURA NARRATIVA

 

Ya en uno de los libros más antiguos de la Biblia se nos dice que Dios no nos quiere por nuestra apariencia, ni por nuestros méritos, ni por nuestras cualidades. Dios nos quiere porque sí. Todos podemos ser sus colaboradores en hacer que otros lo conozcan.

 

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)

 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar,

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.

 

Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,

porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan.

 

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.

 

El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

 

LECTURA APOSTÓLICA

Lectura apostólica. A los creyentes se nos dirige esta lectura que evoca muchas cosas y no necesita explicación. Estando atentos caeremos en la cuenta de la invitación que nos hace a vivir en la luz y siendo luz. Es decir, a ser cables por los que pueda pasar la luz de Dios a nuestro mundo

 

 

LECTURA EVANGÉLICA

Narración llena de detalles irónicos en los que podemos vernos reflejados. Cada cual verá dónde se descubre, si en el ciego que consigue superar su situación, si en los padres que no se atreven a verse comprometidos, si en los guardianes de una religiosidad que, en lugar de favorecer la relación con Dios, impedía la experiencia cercana y bondadosa de Dios.

 

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

† Desde la contemplación que cada día hacemos de las necesidades del mundo nos dirigimos a Ti, Dios bueno, queriendo reflejar en nuestras peticiones esas necesidades y problemas que parecen desbordarnos.

 

    * Por los creyentes cristianos, para que nunca seamos un obstáculo y un impedimento para quienes te buscan desde su angustia. Roguemos al Señor

    * Por todos los que te buscan con anhelo para que puedan ver que estás cerca de quienes sufren. Roguemos al Señor

    * Por todos los necesitados que pueden abrir nuestros ojos a la vida real y a tu presencia misteriosa, para que vivan con esperanza y nos sientan próximos. Roguemos al Señor.

    * Por los que celebramos la cuaresma y nos acercamos a vivir la dimensión profunda de la vida en la Semana Santa, para que no nos desvíen la atención los preparativos externos. Roguemos al Señor

 

† Escucha, Padre de bondad, estas súplicas que salen de nuestros corazones conmovidos por lo que vemos a nuestros alrededor, hazlo porque lo necesitamos y porque te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

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