lunes, 21 de enero de 2008

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA «A»


LECTURAS y Apoyos litúrgicos

GENESIS 2, 7-9; 3,1-7

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?» La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte"». La serpiente replicó a la mujer: «No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal». La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

ROMANOS 5,12.17-19

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuánto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.

MATEO 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó, diciendo: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras"». Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto"». Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

SALUDO
† Que el Padre del Cielo, que nos regala este tiempo de conversión, esté con todos vosotros

ENTRADA
Bienvenidos a la fiesta de la Eucaristía. Llegamos a ella en este tiempo de Cuaresma recién estrenado aún con nuestros corazones manchados, llenos de ceniza, pero esperanzados, porque Dios nos invita a su casa para celebrar la gran fiesta de la Salvación. Él, que nos quiere regalar una nueva oportunidad de cambiar y de elegir volver a su lado, nos ha preparado hoy sitio en esta celebración. Que esa alegría nos llene y nos anime a sentirnos todos invitados.

ACTO PENITENCIAL

† Desde la confianza en que Dios no mira los pecados, sino el arrepentimiento, pidamos que nos perdone.

-Tú que nos regalas la vida, Señor, ten piedad.

-Tú que nos entregas la libertad, aunque podamos equivocarnos al usarla, Cristo, ten piedad.

-Tú, que nunca te cansas de darnos nuevas oportunidades de enmendarnos, Señor, ten piedad

LECTURA NARRATIVA
Una de las primeras realidades a las que se enfrenta el hombre, creado por Dios, es la de la tentación, usar la propia libertad para tener que optar. Querer ser como Dios, en el conocimiento de lo bueno y lo malo, fue la tentación primera, y la desobediencia, lo que llamamos el primer pecado. Escuchemos el libro del Génesis.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 50)

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.





Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito, limpia mi pecado

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.


LECTURA APOSTÓLICA

La Historia de la Salvación es una constante ida y vuelta… el hombre que se aleja de Dios, Dios que se acerca al hombre… hasta que ese acercamiento y su salvación se hacen definitivos, y eso ocurre al encarnarse en Jesús, que siendo él justo nos justificó. Así lo anuncia Pablo:

LECTURA EVANGÉLICA

También Jesús, siendo hombre, fue tentado como nosotros. Pero nos mostró una actitud nueva ante la tentación: mirar hacia arriba, al Padre, y preguntarse qué es lo que Él espera de nosotros. Fiel a su misión, escuchemos cómo Jesús nos propone responder a las tentaciones.

ORACIÓN DE LOS FIELES

† Con la confianza puesta en que Dios siempre nos escucha y en el gran amor que nos tiene, dirijámosle nuestras plegarias diciendo: Te lo pedimos, Señor.

-Por la Iglesia. Para que cuantos la formamos nos sintamos realmente la gran familia de los que seguimos a Jesús, y nos esforcemos cada uno y como comunidad por vivir a su estilo, renunciando a cuantas actitudes y medios nos aparten de nuestra auténtica misión. Pidámoslo juntos.

-Por los que rigen los pueblos y las sociedades. Para que respeten la libertad de los ciudadanos, y ordenen su gobierne hacia la leal y justa convivencia de todos, creando cauces de mayor fraternidad y solidaridad. Pidámoslo juntos.

-Por los educadores. Para que sepan crear conciencia del gran valor de la libertad, y al mismo tiempo enseñen a respetar la libertad del otro. Y para que creen en los educandos recursos válidos que les ayuden en los momentos de tener tentaciones. Pidámoslo juntos.

-Por los que sufren. Para que no pierdan la esperanza ni caigan en la tentación del derrotismo. Y para que cuantos estamos a su alrededor no caigamos en la tentación de lavarnos las manos ante su dolor, sino que compartamos con ellos su sufrimiento, soledad o esfuerzo, de cara a superarlo o paliarlo. Pidámoslo juntos.

† Escucha, Señor, lo que te pedimos, y dirige nuestros corazones para que siempre sepamos mirar hacia ti y pedir cuanto nos conviene. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor.

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