martes, 22 de enero de 2008

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA /A

 

Lecturas y Moniciones

 

EZEQUIEL 37, 12-14

Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.

 

 

ROMANOS 8, 8 11

Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

 

 

Juan 11, 1 45

En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Los discípulos le replican: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?» Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz». Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo». Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará». Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa». Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama». Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días». Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

 

 

LA MISA DE HOY

 

 

SALUDO

Que el amor de Dios, que nos envió a su Hijo para salvarnos, esté con todos vosotros.

 

 

ENTRADA

Al final de la Cuaresma la liturgia nos presenta a Jesús autor de la vida plena, que ordenó liberar a Lázaro de sus ataduras. "Yo soy la Resurrección y la Vida", nos dice hoy. Vida en plenitud, la que no fenece con la muerte, sino que alcanza la eternidad en la Casa del Padre.

Que esta celebración cuaresmal, cerca ya de la Semana Santa, nos ayude a liberarnos para resucitar con Cristo a una vida nueva.

 

 

ACTO PENITENCIAL

† Ante el ejemplo de Lázaro, liberado de sus ataduras por mandato de Jesús, expresemos nuestra necesidad de liberación y vida nueva.

 

    * Tú que eres la Resurrección y la Vida. Señor, ten piedad.

    * Tú que lloraste ante el sepulcro de tu amigo Lázaro. Cristo ten piedad.

    * Tú que, resucitando, eres la garantía de nuestra vida nueva. Señor, ten piedad.

 

† Escucha, Señor, nuestra oración y concédenos participar de la vida que Tu quisiste darnos en abundancia. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

 

LECTURA PROFÉTICA

 

Ezequiel proclama una promesa de Dios a los desterrados en Babilonia. Son palabras de esperanza, ya que Dios no se olvida de nosotros. Dios vence la muerte y prepara un futuro glorioso.

 

 

SALMO RESPONSORIAL

 

R/.  Del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa.

 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.

 

Si llevas la cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora.

 

Porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

 

 

LECTURA APOSTÓLICA

 

San Pablo proclama la fe en la Resurrección. El Espíritu habita en nosotros, el mismo que resucitó a Jesús. Él nos infundirá ahora vida nueva, la Vida Eterna.

 

 

LECTURA EVANGÉLICA

 

La resurrección de Lázaro, tal como San Juan la presenta, es una catequesis de preparación para el bautismo, que desarrolla la afirmación de Jesús: "Yo soy la Resurrección y la Vida".

 

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

 

† El Señor nos dice: "Yo mismo abriré vuestros sepulcros y os haré salir de vuestros sepulcros". Pidámosle que nos libere de toda esclavitud. Respondamos diciendo: "Ayúdanos, Señor".

 

 

    * Para superar nuestra ignorancia sobre tus misterios. Oremos.

    * Para vencer nuestra poca fe y nuestra comodidad. Oremos.

    * Para no caer en las trampas del consumismo o del falso bienestar. Oremos.

    * Para que seamos más solidarios. Oremos.

    * Para que la vida esté alimentada, protegida y defendida en todos los habitantes de la tierra. Oremos.

    * Para que los que lloran por sus difuntos se consuelen con la fe en la Resurrección. Oremos.

    * Para que todos vivamos con la perspectiva de la Vida Eterna. Oremos.

 

 

† Escucha nuestras súplicas, Señor, para que nuestra pobreza sea fortalecida con los dones de tu bondad. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

 

(De «DABAR»)

 

 

 

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